Hoy cierro esta nueva trilogía de entradas de agujeros de guión con la última entrega numerada de X-Men, La Decisión Final. Pero tranquilos, que no será la última de la saga. Esta tercera parte siempre ha sido muy puesta a parir, y con justificación, pero tampoco es una cosa horrible. Tiene pocas luchas y muchos tópicos, pero también buenos momentos. No obstante, como bien sabéis, estas entradas no se caracterizan por sacar las virtudes de las pelis, todo lo contrario, vamos a sacarle toda la mierda, analizarla y exponerla. Vamos a ver cómo la lógica de este tipo de películas suele bajar los pantalones del público para darle por el culo sin compasión.
"Años 70. Magneto no se parece en nada a Michael Fassbender. ¡Qué falta de previsión!"
Después de unos flashbacks que ya veremos sin encajan o no con 'Primera Generación', ya veremos cómo no, llegamos a "un futuro no muy lejano", que realmente es una excusa para hacernos creer que estamos en ese futuro apocalíptico donde todos intentan matar a los mutantes. Pero es una simulación de combate en la que están todos: Lobezno, Tormenta, Bobby, Kitty, Coloso... y Pícara. Sí, Pícara forma parte del grupo de élite de los X-Men. ¿Y qué hace? os preguntaréis. Pues nada, obviamente, porque su poder es la mierda. No tiene ninguna utilidad en combate. Básicamente su aparición en esta escena está únicamente justificada para que vea a Bobby y a Kitty pasárselo bien y trabajar bien juntos, ponerse ella celosa y comenzar con la subtrama del triángulo amoroso de mierda.
"¿Cómo que no he ayudado en nada? Pero si te he dicho 'cuidado'"